miércoles, 13 de junio de 2012

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Agua. Espuma. Arena. 

Me ahogué entre toses cuando tomé conciencia de mi mismo y de la sangre que se escapaba entre mis labios y  que caía sobre mi regazo, confundiéndose con mi ropa mojada. Mi cuerpo se arqueaba sobre si mismo en un intento por vomitar todo el dolor que llevaba dentro, un dolor que me carcomía las entrañas desde que las aguas del Océano besaron mi piel por primera vez.
Hacía ya un año desde que mi barco había sucumbido bajo el envite de las olas y la lluvia. Desde que la Tormenta se abatió sobre mi pequeña embarcación, empujándome a las aguas, entregándome pequeños apoyos que mas tarde destruía. Aumentando mi esperanza para luego hacerla trizas.
Un año de naufragio. Un año de falsas esperanzas, alucinaciones y negras noches de tormenta. Un año oscuro y salvaje. Un año que acababa de terminar.

Era libre. Soy libre. Y lo mas importante, estoy a tu lado.

¿Qué pasa por mi mente una tarde como esta?

domingo, 20 de mayo de 2012

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Odio y Rabia. No hay mas. Se renueva la sensación de que no encajo en ningún lugar. Vuelvo a sentirme incompleto. Vacío. ¿Qué puedo hacer? Si ni siquiera puedo dar todo lo que merecen la personas que quiero...



Tras un unicornio

martes, 3 de abril de 2012

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Avanzo lentamente entre los escombros de lo que antaño fue una gran ciudad, el chirrido que producen las placas de mi herrumbrosa armadura al rozar entre sí me pone la piel de gallina, pero aún así continúo con mi expedición.
La espada me pesa sobre el hombro y reprimo las ganas de tirarla a un lado, nunca se sabe cuando hará falta un acero, por muy mellado que esté. Mis pasos me llevan ante un gran espejo que permanece intacto y desentona entre tanta destrucción, observo que carece de la fina película de polvo que se ha adueñado del resto de la urbe, y lo observo con desconfianza. El objeto es posterior a la catástrofe, eso está claro. ¿Quién lo habrá puesto ahí? Tampoco es que me importe... Dedico unos segundos de mi tiempo a contemplar mi reflejo, y la imagen que me devuelve la mirada en nada se parece al orgulloso caballero que solía ser. La armadura, antes lisa y plateada, ahora se muestra manchada de hollín y con numerosas abolladuras. Mi yelmo hastado, que tanto me había costado conseguir, se exhibía roto, con un solo cuerno. Y no solo el aspecto de mi coraza era desalentador, todo en mi reflejaba hastío y cansancio, mis hombros hundidos, mi mirada...
Alcé mi mano y rocé la superficie del espejo, apenado. Y en ese momento todo empezó a dar vueltas.

Miles de imágenes comenzaron a sucederse en mi mente, imágenes de ella, de su sonrisa, del reflejo de la luna sobre su rostro, de sus ojos, del timbre de su voz. Gemí, no quería seguir viéndola, sabiendo que nunca podría tenerla junto a mi. Que jamás podría defenderla. En ese momento su rostro se transmutó en la Princesa de la oscuridad y sus ojos se clavaron en los míos, con una socarrona sonrisa. -patético, aburrido, desgraciado, mentiroso, careces de honor...- Cada palabra que salía de sus labios se clavaba en mi alma como si estuviese al rojo vivo.

Cuando finalmente desperté me encontraba en un prado, sin nada a mi alrededor, con un gran cielo estrellado sobre mi cabeza y cesped bajo mi espalda. Ya no llevaba mi armadura, iba completamente desnudo, y desde la cúpula celeste me sonreía la Luna. Me incorporé con dificultad y me detuve a otar el horizonte, una mancha plateada se destinguía al norte y al principio pensé que sería el reflejo de la luna, pero al acercercarme supe que me equivocaba. Era un unicornio. Era ella.
Sonreí y me dispuse a seguir su rastro.

Ya queda menos...

sábado, 10 de marzo de 2012

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¿Olvidarte?

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¿Para que engañarme? No quiero olvidarte, y dudo que lo consiga. Seguiré anheando tus labios, suspirando por encontrarme a tu lado y encajando los golpeas que hagan falta. Me da igual ser solo tu amigo, aunque claro... quiero algo mas.
Pero no importa, un dragón debe proteger a su unicornio, y yo es lo que haré, extenderé una de mis alas sobre tu lomo y me quedaré dormido junto a tí.

Páramos de lágrimas

miércoles, 29 de febrero de 2012

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Se desgarra mi núcleo vital,
con gélidas garras de hiel y muerte.
Los fantasmas de un pasado erial,
me llenan de dolor con solo verte.
Como un dragón incapaz de volar,
caballero incapaz de protegerte,
pago aún por mi error, pago por tu amor.
Pago el precio de tu ansiado perdón.

-Kiba Yandrak-




Cumplir con mi deber

lunes, 27 de febrero de 2012

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Muchos de mis errores se vieron desencadenados por una noble frase, y esta es 'He de cumplir con mi deber'.
Cumplir con mi deber, una y otra vez, a pesar de que esto implique sacrificar mi felicidad. A veces llega el momento de pagar una deuda, una deuda que, una vez saldada te dispensará mas dolor que gratitud.

No puedo seguir escribiendo. No puedo...

Sacrifiqué tus labios por cumplir con mi deber. ¿Hice lo correcto? Seguramente no, al fin y al cabo, la vida no es una canción, y yo no soy un caballero, ni un dragón, ni nada por el estilo. Solo soy un gilipollas.

Alas Negras, Palabras Negras -Parte II-

martes, 21 de febrero de 2012

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Cuando desperté me encontraba en un paraje cambiante, compuesto pr luces y sombras, en el que figuras imposibles se fusionaban en nebulosas de colores. A ras del suelo se arrastraba una niebla espesa, que no me dejaba distinguir ni mis propios pies.
Hacía frío. Mucho frío.
Entre temblores avancé por aquel paisaje de humo, sintiendo hoscas miradas clavadas en mi nuca, y allí, una vez mas, escuché los susurros.
No entendía las palabras, peri si su esencia. Hablaban de odio, rabia y dolor. Los sentí penetrando gelidamente en mi mente, a través de mis oidos. Me noté enfermar por momentos. Un dolor ardiente se extendió por mi columna vertebral, doblándome sobre mi mismo. Notaba mis pupilas palpitar como si se tratasen de pequeños corazones, latiendo hasta el final, en espera de la muerte.
Y con un grito agónico aguanté el fuego que se propagaba por mi interior. Me ardía la espalda, y ahogué otra agónica exclamación al notar mi piel desgarrarse, y como, a una velocidad vertiginosa brotaban dos negras alas de mi espalda.

-FIN-

Alas negras, Palabras negras. -Parte I-

sábado, 18 de febrero de 2012

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Traté de incorporarme, pero un golpe inesperado en mi cabeza me hizo caer sentado. No veía nada, solo oscuridad, y al extender mis brazos comprobé que estaba entre dos paredes, con una separación de no mas de metro y medio. Una suave brisa aleteaba a mi espalda, erizando el vello de mi nuca. Con un escalofrío me di la vuelta y contemplé el muro negro que se extendía a mi espalda. Un hedor a podredumbre reptó por el corredor, siseando en las esquinas. Algo me dijo que debía alejarme de ese lugar, y sintiendo al pánico latir en mis sienes giré en redondo y gateé por el túnel, huyendo de Nada, en dirección a la nada.
O eso creía yo.
Después de pasarme horas arrastrándome por el frío suelo de acero me pareció oír un susurro, apenas el murmullo del agua en la quietud de un bosque. Paré en seco. Me sentía exhausto, y tenía los brazos y rodillas entumedecidas por el esfuerzo. Acongojado esperé a que se repitiera.
No lo hizo.
Súbitamente se iluminó el pasadizo con un resplandor rojizo, que parecía provenir de las mismas paredes. Parpadeé, cegado momentáneamente por la luz, y cuando recuperé la visión eché una mirada en derredor.
Como había supuesto me encontraba en un corredor, de no mas de un metro de altura, que parecía extenderse hasta el infinito.
Al volver la vista atrás, mi vista se topó con una pared, que a pesar de la sangrienta luz se erguía negra, desafiante. Antes no estaba allí ¿Verdad? Cuando paseé mi mirada por el techo ví una pequeña abolladura. Al instante comenzó a laterme la cabeza, allí donde me la había golpeado.
Cuando comprendí donde estaba se me heló la sangre en las venas.
No había avanzado nada, seguía en el mismo lugar en el que había empezado. Sin comprender nada me volví a poner en marchar, pero siempre, al girar la cabeza, el muero seguía a mi espalda, como si se burlara de mi, y disfrutara con la mofa.
Con un grito de rabia me abalancé contra el frío metal, golpeándolo con puños, codos y piernas, sentía como se desollaba mi piel, y como la sangre corría humeante por mis brazos,
Al ver que era inutil, que jamás lograría derribar aquel muro de hierro y sangre me dejé resbalar, entre sollozos, con lágrimas sanguinolentas perlando mis ojos. Allí fue donde Hypnos me encontró, y preocupado por mis heridas hizo llamar a su hermano Thanatos,que me acogió en su seno.


-La parte II ya la tengo escrita, pero mañana la paso a ordenador, espero que os guste.-

Paseo bajo la lluvia

domingo, 15 de enero de 2012

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La lluvia golpea mi capucha con impertinencia, una y otra vez. Noto el frío bajo mi piel, entrando en mis huesos y besando mi cuerpo. Sonrío y disfruto del olor del invierno. En mis oidos comienzan a escucharse los primeros acordes de Still Loving You, y ya con banda sonora me pongo en marcha, dejando que mis pasos elijan mi camino.
Nubecillas de baho se condensan ante mis ojos, y el pelo que escapa del abrazo del chubasquero juguetea con la lluvia, introduzco mis manos en los bolsillos y me dejo arrastrar. Llego hasta la puerta de la urbanización y busco mis llaves. Mierda. Las olvidé en casa. Le doy una patada a la puerta, algo malhumorado, y con gesto hosco me dispongo a dar un rodeo.
Extraigo un cigarrillo del paquete que se esconde en uno de mis bolsillos, lo enciendo y saboreo el humo en mi garganta antes de expulsarlo lentamente. El humo azul asciende en volutas con formas caprichosas y se pierde sobre mi cabeza. Escupo hacia un lado.

Una vez fuera observo mi alrededor, tenía 3 claras opciones. El casco antiguo de Mairena, el camino a mi instituto o explorar el circuito dos. Tras pensarlo un instante me dirijo hacia el pueblo.
Sigo la carretera, petrechado en mi chubasquero y mi cigarro, encorvado para resistir la lluvia y con el pelo tapándome el rostro, que curioso espectáculo debía ofrecer, pensé mientras curvaba las comisuras de mis labios.
Una pareja que caminaba hacia mi me dirijieron una mirada inquisitiva, cuando se la devolví pude distinguir desprecio en su mirada, y... ¿Miedo? Mi sonrisa se ensanchó, y ellos se apartaron de mi camino. <<Saben reconocer a un depredador>> pensé sin saber muy bien por qué.

Para entonces la lluvia ya había logrado atravesar el chubasquero y comenzaba a empapar mis brazos. La sonrisa se borró de mi boca cuando me percaté de que el pueblo tampoco era una gran opción ¿Que haría allí, rodeado de personas que no me importaban? Pasee mi mirada por el paisaje, y la detuve sobre un bosquecillo, aislado junto a la carretera, inocente. Puro. Me dirigí hacia allí.
A medio camino encendí otro cigarro, y armándome de valor atravesé la carretera, en pos de la arboleda, cuando llegué 3 arboles apretados, un par de enredaderas y algunos arbustos me dieron la bienvenida, a parte de eso, y una gran cantidad de barro, allí no había nada. Me bastó.
Me recosté contra uno de los árboles y me dediqué a reflexionar sobre las últimas semanas. Las gota de lluvias mojaban el cigarro, así que lo apagué y lo tiré a la carretera, fastidiado.
No saqué nada en claro.
Con un suspiro emprendí la vuelta a casa, y cuando llegué tenía agua hasta en los calzoncillos.

La lluvia y los paseos bajo ella me relajan~

El Encuentro de dos Titanes

miércoles, 11 de enero de 2012

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Abrí los ojos, pero un manto de oscuridad se extendía mas allá de donde alcanzaba mi vista. No notaba suelo bajo mis pies, pero tampoco me notaba caer. Extrañado, traté de hacer memoria, y para mi asombro recordaba todo a la perfección, todos los detalles, pero por encima de ellos predominaban un par de ojos oscuros, enmarcando unas pupilas de luz.
Y en ese momento, todo se iluminó.

En esta ocasión si noté el impacto de mis huesos contra el suelo. Ahogué un jadeo, mientras notaba como el dolor se expandía por mi cuerpo, y me puse en pie, no sin cierto esfuerzo.
Una multitud vociferaba en las gradas de un Anfiteatro Romano, y yo, en medio, los miraba sin comprender, tardé unos segundos en descubrir que me aclamaban a mi, y en el momento en el que lo hice, tomé conciencia de la espada que sostenía con la mano derecha. Era una buena espada, de eso no había duda, ligera como una pluma pero de una longitud considerable. La empuñadura, forjada en algún tipo de metal rojo, refulgía en mi puño como si de fuego fundido en hierro se tratase, y la hoja, completamente negra, se asemejaba a una serpiente, siempre en tensión. Siempre letal.
También reparé en que la única prenda que cubría mi cuerpo consistía en una túnica del color de la sangre. <<¿Dónde estoy?>> Me pregunté consternado. Lo último que recordaba era un rostro pálido, iluminado por la luz de la Luna, con una tierna sonrisa en los labios.
Y en el momento en el que recordé sus labios, los espectadores rugieron con mas ímpetu, me giré en todas las direcciones, y se me cayó el alma a los pies al reparar en la enorme figura que avanzaba hacia mí.

Debía de medir 2 metros, y su armadura de obsidiana reflejaba la luz del sol, cegándome cuando realizaba determinados movimientos. Su andar orgulloso me hizo comprender que no notaba el peso del enorme mangual que hacía girar sobre su cabeza. Un mangual terrible, cuya bola tendría el diámetro de una rueda de bicicleta. Tapaba su rostro con una máscara blanca, sin ningún tipo de distintivo exceptuando un dibujo en forma de media luna, apostado en el lugar que debería ocupar su boca, y emulando una macabra sonrisa.
<<¿Tengo que pelear contra eso?>> Mi expresión aterrada debió de ser demasiado cómica, ya que mi oponente se echó a reír. Su risa me heló la sangre. Se asemejaba a un gorjeo gutural, rociado con un toque de crueldad espeluznante.

Entonces lo comprendí todo. Aquel ser amenazante no era mas que una parte de mi mismo, y aquel coliseo, no mas que mi interior. Por ello no me tembló la voz cuando me encaré a él.
-Eres patético -le espeté mientras una sonrisa amarga pugnaba por curvar las comisuras de mis labios- Temes que me enamore, y has preparado ésta especie de 'defensa' ¿Acobardarme conmigo mismo? Curratelo un poco mas.
Mis últimas palabras estaban cargadas de desprecio. Mi yo de la armadura bajó el arma, y la cabeza del mangual golpeó con violencia el suelo, levantando una nube de polvo y tierra.
-Tu poseerás una armadura, y un arma imponente.-proseguí-Pero yo cuento con el mas fuerte de los sentimientos... El amor.
A cada palabra que pronunciaba, aquel titán iba empequeñeciendo, hasta que no fue mas que una sombra, incapaz de sostenerse en pie.
-Esta vez, no necesito máscaras ni armaduras.
Con estas palabras concluí mi breve discurso, y la bestia desapareció por completo. La arena se sumió en un silencio depulcral, y, de pronto, ya no estaba allí, si no en mi cama. Me levanté con una sonrisa en los labios y me dirigí al ordenador. 'Buenos días, princesa' tecleé.