Alas negras, Palabras negras. -Parte I-

sábado, 18 de febrero de 2012

Traté de incorporarme, pero un golpe inesperado en mi cabeza me hizo caer sentado. No veía nada, solo oscuridad, y al extender mis brazos comprobé que estaba entre dos paredes, con una separación de no mas de metro y medio. Una suave brisa aleteaba a mi espalda, erizando el vello de mi nuca. Con un escalofrío me di la vuelta y contemplé el muro negro que se extendía a mi espalda. Un hedor a podredumbre reptó por el corredor, siseando en las esquinas. Algo me dijo que debía alejarme de ese lugar, y sintiendo al pánico latir en mis sienes giré en redondo y gateé por el túnel, huyendo de Nada, en dirección a la nada.
O eso creía yo.
Después de pasarme horas arrastrándome por el frío suelo de acero me pareció oír un susurro, apenas el murmullo del agua en la quietud de un bosque. Paré en seco. Me sentía exhausto, y tenía los brazos y rodillas entumedecidas por el esfuerzo. Acongojado esperé a que se repitiera.
No lo hizo.
Súbitamente se iluminó el pasadizo con un resplandor rojizo, que parecía provenir de las mismas paredes. Parpadeé, cegado momentáneamente por la luz, y cuando recuperé la visión eché una mirada en derredor.
Como había supuesto me encontraba en un corredor, de no mas de un metro de altura, que parecía extenderse hasta el infinito.
Al volver la vista atrás, mi vista se topó con una pared, que a pesar de la sangrienta luz se erguía negra, desafiante. Antes no estaba allí ¿Verdad? Cuando paseé mi mirada por el techo ví una pequeña abolladura. Al instante comenzó a laterme la cabeza, allí donde me la había golpeado.
Cuando comprendí donde estaba se me heló la sangre en las venas.
No había avanzado nada, seguía en el mismo lugar en el que había empezado. Sin comprender nada me volví a poner en marchar, pero siempre, al girar la cabeza, el muero seguía a mi espalda, como si se burlara de mi, y disfrutara con la mofa.
Con un grito de rabia me abalancé contra el frío metal, golpeándolo con puños, codos y piernas, sentía como se desollaba mi piel, y como la sangre corría humeante por mis brazos,
Al ver que era inutil, que jamás lograría derribar aquel muro de hierro y sangre me dejé resbalar, entre sollozos, con lágrimas sanguinolentas perlando mis ojos. Allí fue donde Hypnos me encontró, y preocupado por mis heridas hizo llamar a su hermano Thanatos,que me acogió en su seno.


-La parte II ya la tengo escrita, pero mañana la paso a ordenador, espero que os guste.-

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